Reseña
Título original: Das Vorspiel | Dirección: Ina Weisse | Países: Alemania, Francia | Reseña: Javier Espinoza
La Audición contiene varias representaciones de la frustración. Desde la escena inicial, justo con una audición para el ingreso al conservatorio de música, vemos a Alexander (Ilja Monti) extremadamente nervioso en su ejecución y fallando en impresionar a los encargados de su admisión. Eventualmente lo aceptan y es asignado a la maestra Anna Bronskya (Nina Hoss), quien de forma paulatina lo va presionando a mejorar postura y técnica, de formas no tan ortodoxas, pero que podrían funcionar. Se dedica a prepararlo para otra audición, mientras que su hijo Jonas (Serafin Mishiev) –que también está en clases de violín– ve a la distancia como su madre le dedica tiempo y buena disposición a su alumno, lo cual no comparte con él.
Este no es el único conflicto de Anna, ya que además de ser una violinista con una carrera frustrada, sufre de ataques de ansiedad, mismos que ya son conocidos por su marido, Philippe (Simon Abkarian) quien procura no provocarlos o entender cuando estos episodios se generan. Su relación es fría y distante, pero lo suficientemente afectiva y funcional como para proveer de un hogar para su hijo. No hay una separación a la vista, incluso cuando él ya siente que ella cambió y Anna tiene una relación extramarital con otro músico, Christian (Jens Albinus).
A primera vista parecía que La Audición iba sobre una mujer que se siente insatisfecha, y que por ello no se decide en dejar a su familia e irse con otra persona, pero el conflicto es mucho más profundo, ya que su frustración no va por ahí, aunque tiene todo que ver. La trama toma un giro inesperado y violento cuando Jonas decide tomar acción en relación a la admiración que siente su madre por su alumno; derivado de esto, no sabemos si ella toma conciencia del grito de ayuda que significa eso, o simplemente su ensimismamiento no le permite procesarlo. Otros en línea de frustración son su marido y su amante, que tampoco obtienen ninguna respuesta, ambos son accesorios de Anna.
La también actriz Ina Weisse dirige y co-escribe el guion con Daphne Charizani, y ejemplifican muy bien a una mujer compleja, que no va a tomar el camino que se espera y que va a seguir haciendo lo que mejor le parece o se le ocurra. La actriz Nina Hoss está muy bien siendo seria, firme e impasible, con elementos que recuerdan un poco a Isabelle Huppert en La Pianista (Haneke, 2001), en donde también otra maestra (de piano allá) se involucra con su alumno para darle otro vuelo a su vida monótona, situación que por un momento parecía que se replicaba en esta película, pero que inteligentemente esquivaron. No hay soluciones para nadie, tal cual sucede en la vida diaria, solo vemos unos fragmentos de Anna, y nos deja con ganas de conocer más.
